04 Nov Para Valencia
Lo primero, y un intento de desfrivolizar mis palabras, os diré que siento una tremenda pena por todo el dolor que ahí allí. A veces siento que tanto dolor junto es capaz de cambiar la energía que nos mueve y se nota, yo noto el dolor desde Granada, os lo juro. Y lloro, y muchas veces voy por mi casa y me pongo a llorar.
He visto a gente gritando, pegando, robando, insultado…me parece lógico, porque después de una pérdida tan grande el dolor se convierte en rabia, es un mecanismo de defensa que caracteriza a los humanos, por eso la historia de nuestra civilización la han escrito ejércitos que luchaban. En los libros de historia “La Segunda Guerra Mundial” ocupa 200 páginas y el Tratado de Versalles de 1919 solo un párrafo. Cuando ocurre una tragedia así necesitamos buscar culpables con los que vengar nuestro dolor, como si de alguna manera, hacerlo, nos fuera a devolver lo que hemos perdido.
Lo que ha ocurrido en Valencia ha sido una catástrofe natural, porque, aunque llevemos miles de años intentando convertirnos en dioses, seguimos viviendo en el Planeta Tierra y os aseguro que su fuerza y su poder es mil veces superior a la nuestra. Hay terremotos, volcanes, tsunamis e inundaciones. Si le dais un repaso a la historia podréis ver que hace 232 millones años, en la época del Triásico Tardío, llovió durante 1,2 millones de años. Si. Todo ese tiempo lloviendo. ¡Imagínate! Por si aún no os habíais dado cuenta, nos ha tocado vivir en el principio de lo que será un nuevo cambio del ecosistema del Planeta, la temperatura no deja de subir y nosotros, con nuestros coches, aviones, fábricas y residuos no hacemos más que acelerar la próxima extinción en masa. Ya os adelanto que sobrevivirán las gambas, los cocodrilos y los mosquitos, a esos no los mata ni un puto meteorito.
Hasta hace solo 161 años, las previsiones meteorológicas no existían, pensarlo, vuestro bisabuelo no sabía si haría sol o lluvia. Aunque las primeras previsiones meteorológicas se empezaron a publicar en el año 1861, os podéis imaginar que no eran demasiado precisas ni detalladas, eran, como su propio nombre indica “predicciones meteorológicas”, en ningún caso se les llamó “certeza meteorológica”. Solo dos generaciones más tarde, hemos sido capaces de dar una cifra estimada de la cantidad de agua que trae una nube, ¡wuaoo!. La rapidez con la que evolucionamos es inconcebiblemente veloz si la comparamos con otros periodos de la civilización. El problema es que perdemos la perspectiva y nos acostumbramos con facilidad a la comodidad de saber, querer y poder controlarlo todo. Pero no es así, la realidad es que vivimos en un Planeta vivo y el ser humano ha hecho grandes esfuerzos por estudiarlo, comprenderlo y adelantarse a sus movimientos, pero amigos, solo somos hormiguitas a merced de la Madre Naturaleza. Ningún político, científico o meteorólogo hubiera podido parar a la Dana. ¿Podrían saber con certeza lo que iba a pasar? Probablemente no, porque la Madre Naturaleza es así, impredecible, y eso es lo que la hace bonita. Y si no, acordaros de ese día que visteis en el parte meteorológico que iba a llover, pero finalmente no pasó y salió el sol y disfrutasteis de un día increíble. Para bien o para mal estamos a su merced, y “los hombres del tiempo” lo intentan y creo que lo hacen realmente bien, en el fondo, me parece increíble ya solo el hecho de que casi siempre acierten. Así que lo único que os puedo decir al respecto es que, si no os gusta vivir en este mundo incierto y cambiante, podéis seguir matándoos los unos a los otros, pero estas cosas van a seguir pasando.
Me da igual que seas de Vox, de Mas Sumar, Sumar Más, Podemos Juntas, Peperos, Borregos, Izquierdistas, Fascistas, Neoliberales o Extrema Derecha, es que no te imaginas lo poco que me importa el partido político que te represente. Porque todos están liderados por personas, y las personas, los humanos, el homo sapiens, es una especie que se caracteriza por su capacidad de destrucción y autodestrucción, y demás, te lo cuento en secreto (no se lo digas a nadie), fallamos, la cagamos, nos equivocamos. Hay veces que tenemos cagadas tan gordas que por culpa de eso muere gente, pero como nunca nos podemos equivocar, no nos atreveremos a pedir disculpas ni a enmendar nuestros errores. Todos nosotros, y sobre todo los políticos, han perdido su etiqueta de “persona”, no se permiten serlo, ni reconocen serlo cuando fallan, ¡qué pena! ¿Te imaginas al presidente del gobierno o al Mazón pidiendo perdón?, a mí me encantaría verlos.
A pesar de haber gente malvada, la bondad gana por mayoría, os lo aseguro, no hay más que verlo en las calles de Valencia. Y teniendo en cuenta que este problema ya no tiene solución, lo único que queda es comerse el dolor para digerir la venganza. No hay culpables, hay víctimas. No esperéis que nadie os salve, eso solo son palabras vacías de estereotipos paternalistas que le atribuimos a nuestros dirigentes. Pero del dicho al hecho hay un trecho. Estamos solos. Es muchísimo más tranquilizador erradicar los sentimientos de odio y venganza y quedarnos solo con la tristeza. La tristeza es amable. La política es marketing y dinero. Hoy toca achicar barro y empezar de nuevo. Ya lo dijo Quilapayún, “el pueblo unido jamás será vencido”. Al fin y al cabo, qué más da, si la Madre Naturaleza nos va a aniquilar a todos (políticos y meteorólogos incluidos), mientras tanto, achiquemos barro, querámonos y que le jodan al mundo.
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